martes, julio 19, 2011

Antonio López

Antonio López

VIDA Y OBRA

María dormida (1964), Antonio López

Siempre he pensado que Antonio López es una persona muy especial. Fíjense que digo persona y no artista, que también, pero casi me atrae más la filosofía con la que encauza su vida, por más que su obra resulte fascinante. Manchego, de carácter reservado, con la mirada puesta en la alteridad, en esa luz que condiciona las formas, también en el paso del tiempo que trastoca las superficies. Él es capaz de llevar todo ello, estos intereses varios, a las artes plásticas que domina con ejercicio preciso por la necesidad no tanto de mostrar o demostrar como de expresarse.
Esa forma de trasladar las inquietudes metafísicas a la materia es lo que hace del de Tomelloso (1936) un maestro al que se le sigue de cerca en el mundo entero. A la vista está, dada la procedencia de algunas de sus obras, ahora reunidas en las salas del Museo Thyssen - Bornemisza en una exposición retrospectiva.
Es pues el momento de repasar las novedades a la luz de todas esas óleos, maderas, yesos y bronces, obras de tiempos pasados que han ido conformando un estilo inclasificable porque las etiquetas no siempre hacen falta, como bien dice el autor: «Hay que dejar a la gente un poco libre, porque es que si no la acogotas con tantas informaciones» (Informe Semanal, 25 de junio de 2011).

Libertad. De acción y creación. De colocar el punto de inicio de la exposición – está comisariada por su hija, la eternamente retratada María – en algunas de sus últimas obras, cuatro cabezas copiadas de modelos de la clásica Grecia que han sido elaboradas en las clases de la facultad de Bellas Artes a la que asiste como alumno pese a ser maestro. O de hacerle un guiño al espectador con una pequeña "broma" que se le perdona porque no se aprecia malicia en el collage oculto en uno de sus óleos (en la decisión del espectador está el querer ver o no). Antonio López sabe lo que significa la palabra libertad.

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*Créditos de las imágenes: María dormida (1964).


miércoles, julio 06, 2011

Construir la revolución. Arte y arquitectura en Rusia 1915 - 1935



Construir la revolución


ARTE Y ARQUITECTURA EN RUSIA 1915-1935

Torre de radiodifusión Shábolovka

Una vez más, CaixaForum Madrid nos propone una interesante exposición para disfrutar pero, sobre todo, aprender un poco más acerca de las conexiones existentes entre las distintas artes y, más aún, entre el arte y el contexto que lo propicia.

La idea es clara: analizar cómo los cambios acontecidos en Rusia tras la revolución de 1917 modificaron el panorama artístico en general y arquitectónico en particular de un país que necesitaba reinventarse. Para ello se recurre a una selección de edificios y construcciones de importancia documentadas a base de fichas y fotos de la época, contrapuestas a la visión actual del fotógrafo Richard Pare de dichas edificaciones. Y todo ello complementado con fondos de la Colección Costakis del Museo Estatal de Tesalónica, una muestra plástica que ayuda a comprender cómo los artistas de la época estudiaban e investigaban sobre ciencia, mecánica, geometría… como apoyo para sus creaciones.

LA BÚSQUEDA DE LA FUNCIONALIDAD

Edificios como el de la Tsentrosoyuz, creado por Le Corbusier y Nikolái Kolli en 1933, el garaje Gosplán (Konstantin Mélnikov, 1936), la casa familiar del propio Mélnikov (1927 – 1931) o la fábrica de pan ideada por Gueorgui Marsakov (1931) son un ejemplo de cómo se va forjando y asentando el Constructivismo Ruso, a base de buscar la funcionalidad y la utilidad como claves esenciales para los propósitos del gobierno ruso. Gracias a las espectaculares fotos de Pare el visitante puede comprobar cómo han evolucionado las construcciones que todavía permanecen en pie (muchas de ellas han entrado en decadencia) o cómo su función ha sido modificada.


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* Crédito imagen: Torre de radiodifusión Shábolovka (Vladimir Shújov, 1922).