martes, diciembre 27, 2011

¡OLVÍDATE DE MÍ!




En esta casa se sigue trabajando aunque sea Navidad. Y la última novedad es la salida del número de diciembre de la revista Versión Original, esta vez dedicada al fracaso.
En ella podrán leer mi artículo Historia de un fracaso (o no), dedicado a ¡Olvídate de mí! (Michel Gondry, 2004). Páginas 48 a 50.

Que les guste.

lunes, noviembre 21, 2011

EL CINE COMO RITUAL: PHENOMENA THE ULTIMATE CINEMATIC EXPERIENCE



Ayer viajé al pasado. Durante algo más de cuatro horas fui transportada a mi infancia. Y todo gracias al cine.
Nacho Cerdá y su equipo han creado Phenomena, The Ultimate Cinematic Experience, una especie de ciclo revival en el que se recuperan películas míticas de los años 70, 80 y principios de los 90. El propio Cerdá lo explica aquí.

La experiencia se inició en Barcelona y, dada la buena acogida, se ha exportado a Madrid, donde la expectación no ha sido menor (doy fe de la larguísima cola, sólo para coger sitio, que las entradas se habían agotado días antes). De momento el ciclo ha contado con cuatro sesiones dobles, a saber: Tiburón / El exorcista; Harry el sucio / El resplandor; Jurassic Park / Terminator 2 y Regreso al futuro / Los cazafantasmas.



Marty McFly y Doc (Regreso al futuro, Robert Zemeckis, 1985).


En mi caso sólo asistí a esta última sesión, y con muchas ganas, he de decir. A pesar de haber visto ambas películas volví a visionarlas como si se tratara de la primera vez ya que había pasado mucho tiempo. Por eso me emocioné con las aventuras de Marty McFly, Doc, George y Lorraine. Y también me reí - algo menos - con las aventuras de los cazafantasmas, porque he de decir que la película no ha envejecido nada bien y no me resulta tan divertida como antes.



Stay Puft Marshmallow Man (Los cazafantasmas, Ivan Reitman, 1984).


Eso sí, canté la canción como todos los que allí nos encontrábamos, al igual que aplaudí en los momentos más emocionantes de Regreso... Y es que, lo mejor de todo esto, es esa sensación de reunión con gente que no conoces de nada pero que comparte tus gustos y la ilusión de una infancia o juventud que parece no se pierde con el tiempo.
Porque de vez en cuando apetece una de cine palomitero, con comentarios graciosos y expresiones de júbilo.
Porque de vez en cuando es genial asistir en masa a ese ritual comunitario que por desgracia se está perdiendo.
Porque, señores, eso es el cine.


jueves, octubre 06, 2011

miércoles, septiembre 21, 2011

EL ÁRBOL DE LA VIDA




Después de varios días leyendo demasiadas historias sobre lo sucedido en las salas de cine acerca del estreno y visionado de El árbol de la vida (Terrence Malick, 2011) mentiría si dijese que no he ido al cine dispuesta a verificar toda esa información. Son las cosas que me suelen pasar porque no me dejo guiar por la opinión de los demás en cuanto a gustos cinematográficos se refiere. Y no es debido a nada en concreto sino que creo que la subjetividad no es más que eso, una visión propia de las cosas. Tú la tuya y yo la mía.

Así pues, me dispuse a acomodarme en la última sala del cine, envuelta en chaqueta y foulard (atuendo imprescindible para cualquier cinéfilo de bien en días de todavía verano), rodeada de gente que, supongo, tenía la misma curiosidad que una servidora. Porque es llamativo que haya cola a las puertas del cine un martes a las cuatro de la tarde.

Pese a la hora, he de decir que ni me dormí ni me marché de la sala encolerizada. Es más, nadie lo hizo y nadie aplaudió enfervorecidamente al ver, al fin, los títulos de crédito. Sólo pude escuchar un sutil comentario que me hizo sonreír. Y es que dos mujeres mayores comentaban que no habían entendido nada pero que la película era "bonita". Sonrío de nuevo.

Vamos a empezar por el principio, no quiero emular a Malick y provocar que salgan de este su blog gritando que leer esta entrada es peor que ver un documental (aunque se sorprendan se han dicho cosas todavía más graves sobre la película. Créanme, no exagero).
Dejando un poco de lado la ironía, quiero ponerme seria porque considero que cosas como ésta provocan más daño que risa. Y me refiero a toda esta polémica absurda que se ha creado a raíz del estreno del film: que si es la película del año, que es si como ver crecer la hierba, que si Malick se había fumado algo, que si le voy a poner un piso al director, a Brad Pitt y al árbol... No entiendo nada, señores. No sé qué espera la gente a la hora de ir al cine; bueno, sí: acción, carne y violencia, así en general y, en particular, películas que hagan pensar o que emocionen, más allá del mainstream. Pero es que resulta que no todo es así. Que a veces hay un señor que, por lo que sea, goza del favor (y el dinero) de ciertos productores (eso cuando no ha de recurrir a su propio bolsillo, lo cual no es tan raro) y hace la película que quiere hacer sin pensar en nada más. Y a este señor le da exactamente lo mismo lo que piensen los otros porque, además, tiene la suerte de que se le conoce en el mundillo y son muchos de los críticos que le tienen en el punto de mira, esperando a ver qué hace para darle tal o cual premio (la película ha sido Palma de Oro en la edición de Cannes 2011). Así son las cosas, gusten o no.

¿Cuál ha sido el problema en este caso? Pues quizás el hecho de que salga Brad Pitt en la película. Sí, sé que es muy fácil achacárselo todo a él, pero creo que en resumidas cuentas, así es. Mucha de la gente que ha ido (e irá) al cine lo hará condicionada porque participa el actor de moda. Y volverá a su casa sintiéndose estafada, lo cual no es muy justo porque la publicidad no es engañosa. Los creadores del film creen en su obra y la defienden. No hay más. Creo que el debate va más allá de El árbol de la vida y deberíamos preguntarnos por qué vamos al cine a ver determinada película y por qué nos fiamos de lo que se dice en la prensa. Pero quizás éste es un tema para otro post y veo que me estoy saliendo del asunto que nos ocupa.

Entrando un poco en la película en sí, he de decir que no me aburrió ni me provocó las ganas de levantarme de la butaca, no obstante, tampoco es una obra que vaya a recordar por mucho tiempo, por varios motivos.

¡OJO! Empiezan los spoilers, no digo más.

En primer lugar, no se trata de una película clara porque no se sabe en ningún momento dónde quiere ir a parar el director. La parte más argumental del metraje no empieza hasta pasada la mitad de la película y el resto está conformada por una concatenación de imágenes, hermosísimas, eso sí, que pretenden explicar de forma absurda la Evolución con una síntesis que haría de igual manera, o mejor, un niño de 10 años.
Parece ser que Malick quiere hacer un ejercicio metafísico acerca de que es la Vida, así con mayúsculas, y para ello pasa de lo particular (la vida de Jack O´Brien) a lo general (el Universo) , y viceversa, partiendo de los recuerdos del personaje que interpreta Sean Penn (Jack). El problema está en las transiciones, en esas evocaciones filosóficas que distraen la atención del público con tanta llamarada, tanta nube de humo y tanto dinosaurio. Y distraen porque te sacan de la historia, supuestamente con un motivo que, al no ser claro, provoca ese distanciamiento. Sin embargo es de justicia reseñar la labor del director de fotografía, Emmanuel Lubezki, cuyas imágenes en conjunción con la música de Alexandre Desplat han logrado provocar emociones en quien esto escribe.








Pese a todo, no dejo de pensar en cómo resultaría la película sin estos "añadidos", si sería interesante, si más o si menos.
Porque a mí me ha interesado el argumento, la historia de esa familia numerosa creada por un padre autoritario e injusto y una madre dulce y amantísima (estupenda Jessica Chastain) y, especialmente, las inquietudes de ese pequeño Jack (Hunter McCracken inicia con esta película una prometedora carrera), que descubre la vida inmerso en ese marco familiar.
Me gustan las interpretaciones (no me voy a meter en ello pero todos los actores están bien en sus papeles), me gusta, mucho, como ya he dicho antes, la fotografía y que se hagan planos arriesgados buscando más la estética que la narrativa, me gustan momentos como el de la pelea familiar donde Pitt se luce y los movimientos de cámara son estupendos, me gusta incluso el momento final (que no la resolución) donde las imágenes de la familia rodeada de gente con la banda sonora ponen los pelos de punta...

Pero hay cosas que no me convencen y una de ellas es esa resolución de la que hablo. Porque, de repente, se pasa de esta familia que ha de mudarse a un final abrupto donde el Jack adulto se reencuentra con sus padres, hermanos y consigo mismo en formato infantil en un mundo irreal, divino quizás (esto sería interesante tratarlo pero no me veo capaz de hacer una disertación sobre religión y ciencia), donde todo está bien y nada se parece a la vida real que lleva ya de mayor. Vida que, todo sea dicho, debemos intuir porque esta parte protagonizada por Penn es insignificante y nulamente aclaratoria. No es de extrañar que el propio actor se sienta molesto con el resultado del film y haya hecho estas declaraciones.
Tal vez pase como ya sucedió con La delgada línea roja (1998) y Malick haga un nuevo montaje (no estaría nada mal que repensase ciertos aspectos, en mi humilde opinión). No lo sé pero lo que hay por ahora es lo que se debe calificar.

Y mi valoración final es que se puede ver pero no será muy recordada. Ustedes dirán.

martes, julio 19, 2011

Antonio López

Antonio López

VIDA Y OBRA

María dormida (1964), Antonio López

Siempre he pensado que Antonio López es una persona muy especial. Fíjense que digo persona y no artista, que también, pero casi me atrae más la filosofía con la que encauza su vida, por más que su obra resulte fascinante. Manchego, de carácter reservado, con la mirada puesta en la alteridad, en esa luz que condiciona las formas, también en el paso del tiempo que trastoca las superficies. Él es capaz de llevar todo ello, estos intereses varios, a las artes plásticas que domina con ejercicio preciso por la necesidad no tanto de mostrar o demostrar como de expresarse.
Esa forma de trasladar las inquietudes metafísicas a la materia es lo que hace del de Tomelloso (1936) un maestro al que se le sigue de cerca en el mundo entero. A la vista está, dada la procedencia de algunas de sus obras, ahora reunidas en las salas del Museo Thyssen - Bornemisza en una exposición retrospectiva.
Es pues el momento de repasar las novedades a la luz de todas esas óleos, maderas, yesos y bronces, obras de tiempos pasados que han ido conformando un estilo inclasificable porque las etiquetas no siempre hacen falta, como bien dice el autor: «Hay que dejar a la gente un poco libre, porque es que si no la acogotas con tantas informaciones» (Informe Semanal, 25 de junio de 2011).

Libertad. De acción y creación. De colocar el punto de inicio de la exposición – está comisariada por su hija, la eternamente retratada María – en algunas de sus últimas obras, cuatro cabezas copiadas de modelos de la clásica Grecia que han sido elaboradas en las clases de la facultad de Bellas Artes a la que asiste como alumno pese a ser maestro. O de hacerle un guiño al espectador con una pequeña "broma" que se le perdona porque no se aprecia malicia en el collage oculto en uno de sus óleos (en la decisión del espectador está el querer ver o no). Antonio López sabe lo que significa la palabra libertad.

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*Créditos de las imágenes: María dormida (1964).


miércoles, julio 06, 2011

Construir la revolución. Arte y arquitectura en Rusia 1915 - 1935



Construir la revolución


ARTE Y ARQUITECTURA EN RUSIA 1915-1935

Torre de radiodifusión Shábolovka

Una vez más, CaixaForum Madrid nos propone una interesante exposición para disfrutar pero, sobre todo, aprender un poco más acerca de las conexiones existentes entre las distintas artes y, más aún, entre el arte y el contexto que lo propicia.

La idea es clara: analizar cómo los cambios acontecidos en Rusia tras la revolución de 1917 modificaron el panorama artístico en general y arquitectónico en particular de un país que necesitaba reinventarse. Para ello se recurre a una selección de edificios y construcciones de importancia documentadas a base de fichas y fotos de la época, contrapuestas a la visión actual del fotógrafo Richard Pare de dichas edificaciones. Y todo ello complementado con fondos de la Colección Costakis del Museo Estatal de Tesalónica, una muestra plástica que ayuda a comprender cómo los artistas de la época estudiaban e investigaban sobre ciencia, mecánica, geometría… como apoyo para sus creaciones.

LA BÚSQUEDA DE LA FUNCIONALIDAD

Edificios como el de la Tsentrosoyuz, creado por Le Corbusier y Nikolái Kolli en 1933, el garaje Gosplán (Konstantin Mélnikov, 1936), la casa familiar del propio Mélnikov (1927 – 1931) o la fábrica de pan ideada por Gueorgui Marsakov (1931) son un ejemplo de cómo se va forjando y asentando el Constructivismo Ruso, a base de buscar la funcionalidad y la utilidad como claves esenciales para los propósitos del gobierno ruso. Gracias a las espectaculares fotos de Pare el visitante puede comprobar cómo han evolucionado las construcciones que todavía permanecen en pie (muchas de ellas han entrado en decadencia) o cómo su función ha sido modificada.


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* Crédito imagen: Torre de radiodifusión Shábolovka (Vladimir Shújov, 1922).



lunes, junio 20, 2011

La mano con lápiz. Dibujos del siglo XX




Nuevo artículo.

Eventos

La mano con lápiz. Dibujos del siglo XX


LAS COLECCIONES DE LA FUNDACIÓN MAPFRE


La Fundación Mapfre (coleccionesfundacionmapfre.org) propone una interesante exposición por la que pasearse ahora que empieza el verano y se está mejor dentro que fuera.

A partir de la colección de obras que atesora en sus fondos se propone un recorrido por la evolución del dibujo mediante seis denominaciones que compartimentan la visita: La tradición, La modernidad, El espíritu de vanguardia, El surrealismo y En los límites de la vanguardia. Tal vez se vea necesario un aumento del número de obras y de la cronología, puesto que el recorrido se queda algo corto, centrándose en determinados artistas y vanguardias como el Surrealismo (el límite lo pone el final de los años 60). Al menos ésa es la sensación que le queda a quien esto escribe.

Sin embargo siempre es provechoso observar de cerca los trazos de algunos de los más grandes artistas de la Historia del Arte. Dalí comparte espacio con Pinazo, Torres García, Schiele, Barradas, Palencia, Picabia, Picasso o Chillida, entre otros, para mostrar que el dibujo es algo más que el trabajo preparatorio para las obras. Así, con la muestra se pone de manifiesto esta realidad, además de servir como documento que acerca a la espontaneidad de los autores y la evolución de su trabajo: resulta más que curioso apreciar cómo evoluciona la firma de Salvador Dalí, desde el apellido sin tildar (Soledad mental, 1932) hasta el Gala Salvador Dalí de Guerra estética (1943).


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* Crédito imagen: Soledad mental (Salvador Dalí, 1932).

miércoles, junio 08, 2011

ALMALÉ / BONDÍA. In Situ






Nuevo artículo en TalentyArt...

ALMALÉ / BONDÍA. In Situ


«REINVENTAR UNA DRAMATURGIA DEL PAISAJE»

«El paisaje es el espacio que un hombre describe a otros hombres» (Marc Auge). Ésa parece la obsesión del dúo de artistas Javier Almalé (1969) y Jesús Bondía (1952), interesados siempre en hacer reflexionar al espectador acerca de aquello que ven sus ojos cuando se pone frente a una de sus fotografías.

Como si de una revisión de la obra de Lewis Carroll se tratase, nos proponen adentrarnos más allá del espejo, tal vez no de la mano de Alicia, pero sí de unos personajes con los que nos podemos identificar, de los que nos podemos apropiar: cuarenta fotografías de personas anónimas (¿quiénes son? ¿Importa eso algo?) que dan la espalda al espectador mientras observan paisajes reflejados – o ideados – por otros artistas; cuarenta «yoes» a los que asomarnos, con los que identificarnos, más allá de los marcos, de las fronteras. Se trata de la obra Insitu. Mirada, montada expresamente para la Galería Astarté (http://www.galeriaastarte.com/pages/galeria).








* Créditos imagen: INSITU. Robert Smithson. Asphalt Rundown, 2010.


lunes, mayo 30, 2011

MIDNIGHT IN PARIS (WOODY ALLEN, 2011).







¡Spoilers! No digan que no aviso...



Woody Allen ha filmado la película que me habría gustado protagonizar.

Al igual que el personaje interpretado por Owen Wilson me hubiera gustado habitar París en los felices años 20, recorrer sus calles para tropezar con Dalí montado en un rinoceronte imaginario (es un decir...) o ver bailar a la exótica Josephine Baker con su falda de plátanos.

¿Será que cualquier tiempo pasado fue mejor? Ésta es la pregunta que se hace el realizador neoyorquino en el que, hasta el momento y en vista de las pre-producciones, es su último largometraje, Midnight in Paris (2011). Y la conclusión, pese a todo, es muy clara. Pero no adelantemos acontecimientos que así, ya de paso, les mantengo con la intriga, si es que se arriesgan a leer la reseña sin haber visto el film.

Allen nos regala (sí, señores, me ha gustado. Y mucho) una película pequeña, sin grandes pretensiones, sencilla... pero muy onírica y divertida. He de decir que, después de haberle abandonado tras Match Point (2005), que no me gustó (no me tiren nada, por favor), el reencuentro ha sido de lo más agradable.

El espíritu es el el mismo, en el fondo: el estudio de las relaciones, básicamente entre hombres y mujeres, siempre con el apoyo de unos diálogos hilarantes y aportando de nuevo un fondo crítico hacia la sociedad actual.
En este caso se trata de una pareja que se haya a las puertas del altar y que viaja a París con los padres de ella. Conflicto asegurado, estarán de acuerdo conmigo. Y más si se ve a leguas que Inez (Rachel McAdams) no está enamorada de Gil porque no tienen nada en común. La sensibilidad nada puede contra el materialismo o eso puede parecer en un primer momento.

Tras tener la increíble experiencia de vivir en un tiempo que se imagina extraordinario (siempre he pensado que la reunión de genios en el París de los años 20 lo fue), parece que Gil quiera quedarse anclado en el pasado, al lado de otra incomprendida, la hermosa Adriana (Marion Cotillard). Sin embargo es consciente de que allí está de prestado, que su tiempo es otro y que la vida y el destino le deparan sorpresas. Pero, claro, ya ha pasado por la experiencia de aconsejar a Buñuel (es el único personaje que no me gusta de toda la película. No me lo imagino yo así a don Luis. Sin embargo el Dalí de Adrien Brody es de lo más gracioso). Envidia siento, así se lo digo.

Así que, pese a todo ello, y como decía antes, la decisión es fácil de tomar y todo lo hermoso y emocionante está de enhorabuena.

Y, a grandes rasgos, y sin ánimo de descubrir más el argumento, de esto se trata. Y sólo añadir que, si se dejan, el buen rato y las sonrisas (alguna risa que otra también) están aseguradas. A los hechos me remito.

Salud, señores.





lunes, mayo 16, 2011

LA MIRADA DEL SAMURÁI: LOS DIBUJOS DE AKIRA KUROSAWA





Continúa mi trabajo para la revista TalentyArt.

La mirada del samurái: los dibujos de Akira Kurosawa


María Vaquero - TalentyArt.com

«¿SON DIGNOS LOS DIBUJOS DE MIS STORYBOARDS DE SER LLAMADOS ARTE?»

Akira Kurosawa (1910 – 1998), uno de los cineastas más importantes de todos los tiempos, se cuestionaba de esta forma su estilo a la hora de crear imágenes, pero esta vez con pastel y acuarela sobre papel.

El Museo ABC no ha dudado a la hora de albergar la interesante exposición comisariada por Josep María Caparrós, recogiendo parte de los numerosos dibujos hechos en su momento con el fin de convencer a las productoras para rodar en tiempos de crisis. Así, partiendo de una primera sección general e introductoria con datos y carteles de los films, el espectador se adentra en una muestra que resulta un tanto caótica. Y es que, a pesar de la clara intención de ser una exposición guiada, con paneles que dividen la estancia en diversos pasillos, no es fácil hacer un recorrido cronológicamente ordenado.

Pese a todo, y como lo que importan son los dibujos al fin y al cabo, se puede apreciar la vocación didáctica de la selección de obras, al igual que el valor explicativo de las cartelas.

LA RELACIÓN ENTRE LAS ARTES

Kurosawa demuestra la formación artística adquirida en sus años de juventud, cuando deseaba entrar en la Academia de Arte de Tokio, algo que no consiguió. Tal vez eso haya sido una suerte para la Historia de Cine, tal vez el mundo se haya perdido a un buen pintor. Sea como fuere, en esta ocasión y a través de la selección de storyboards de varias de sus películas, se quiere destacar cómo arte y cine se relacionan en sus obras. Así, se observa cómo el uso de la luz, el color, las texturas o las composiciones utilizadas en el celuloide remiten a las enseñanzas artísticas puestas en práctica en estos dibujos.

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Créditos del dibujo: Muerte de Yamagata Masakage, la bandera del fuego (para la película Kagemusha)..

jueves, abril 28, 2011

NUEVA SECCIÓN ARTÍSTICA





En memoria de bolboreta se inaugura una nueva sección dedicada al arte, compuesta por los artículos que una servidora irá publicando y que aprovecha para publicitar en esta su casa.
El primero de los artículos está dedicado a la exposición que CaixaForum Madrid dedica a Lartigue.
Espero que les guste.


Un mundo flotante, Jacques – Henri Lartigue


María Vaquero - TalentyArt.com

«La vida es algo maravilloso que baila, salta, vuela, ríe y pasa»

Érase una vez un niño obsesionado con poder fijar aquellos sucesos que le emocionaban día a día; un joven que deseaba poder mantener en un soporte físico los momentos de felicidad que jalonaban su vida; un hombre que buscaba la forma de captar el movimiento de bólidos y aeroplanos.

Jacques – Henri Lartigue (1894 – 1986) tuvo la suerte de poder acceder a las tecnologías de su época pero, si en algo fue afortunado es en el hecho de haber sentido curiosidad hacia el mundo que le rodeaba. Gracias a ese espíritu podemos observar hoy parte de la ingente colección de fotografías que hizo a lo largo de su vida, imágenes que son testimonio de la modernidad de una parte de la sociedad francesa de la época.

Realidad cotidiana

Se trata de su realidad cotidiana, de los habituales momentos de ocio que pasaba rodeado de los suyos, que son captados apoyándose en la accidentalidad. Su especialidad era lograr atrapar los movimientos en imágenes imperecederas: deportes como carreras de coches, tenis, ski…, personajes congelados en el aire al dar un salto o en el momento de zambullirse en el agua… Todo ello capturado con ese don de la oportunidad que le hacía estar cerca de todo lo que sucedía y, por supuesto, con unos encuadres escogidos con celeridad y mucha intuición.

En sus primeras obras se aprecia mejor la fuerza de la casualidad, del estar siempre presente y aguardando el momento; sin embargo, más adelante podemos observar, como otra de sus características, un mayor uso de la arquitectura como marco para alguno de sus retratos, quizás un poco menos espontáneos - cualidad que se mantiene a lo largo de toda su obra - pero no por ello menos bellos. En cualquier caso siempre destaca por el dominio del espacio y por el uso de las diagonales para imprimir mayor movimiento a las escenas capturadas con sus cámaras - hay fotografías como Bibi en mi coche nuevo donde el encuadre se antoja imposible aunque igualmente impactante.

... Para seguir leyendo, pinchar aquí.


* Artículo extraído de TalentyArt.


viernes, marzo 11, 2011

ÚLTIMOS VISIONADOS



CHICO Y RITA (Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono Errando, 2010).




Ayer acudí a una sala donde proyectaban la tan esperada Chico y Rita. Desde que me enamoré del póster colgado en un bar, hace unos cuantos meses, tenía muchas ganas de ver en movimiento esos dos personajes imaginados por Fernando Trueba e Ignacio Martínez de Pisón e ideados por Mariscal.
Tal vez sea porque me encanta la forma de ser que tienen los cubanos, con esa tranquilidad y ese ritmo heredado, tal vez porque La Habana me fascina, anclada todavía en el pasado, tal vez porque la música siempre tiene interés para mí, sea la que sea... El caso es que la esperaba como agua de mayo, y no me ha defraudado.






Lo primero, hablar del diseño de animación. Los dibujos de los personajes son sencillos, unos cuantos trazos y poco más. Sin embargo expresan bastante bien los movimientos, los bailes, no tanto las expresiones faciales, pero eso es algo que se complementa bien con las sugerentes voces escogidas para los protagonistas (Limara Meneses como Rita, Eman Xor Oña como Chico y Mario Guerra como Ramón). Debo decir que el rodaje se efectuó en primera instancia con actores de carne y hueso, lo cual ayuda mucho para lograr una mayor naturalidad y consigue que los decorados de La Habana sean maravillosos (la documentación gráfica ayudó con la ilustración para Nueva York y París).
En realidad, son éstos los que me fascinaron absolutamente, junto con la música del cada vez más grande Bebo Valdés. Gracias a esa ambientación la vida cubana resulta totalmente creíble, con esos edificios y coches decadentes, Tropicana y las gentes haciendo música y el amor en cada rincón de la ciudad.






La parte de Nueva York resulta interesante pero por otros motivos. El hecho de mostrar la vida cultural, musical, de aquella época, con personajes como Charlie Parker, Nat King Cole o Chano Pozo es para mí suficiente como para engancharme durante la otra parte de la película.
Es en este momento cuando creo adivinar guiños musicales hacia piezas de Gerswin. Y todas esas referencias fílmicas... Magnífico.






Pero la historia no tiene nada de particular. Un amor imposible (o no) que hace sufrir por pasional y por culpa de un destino que se empeña en separar los caminos de unos amantes que aman la música por encima de cualquier cosa. El éxito profesional como lacra para cualquier relación, de la clase que sea; la ambición que hace que conformarse con lo que se tiene sea poco. Rita Labelle llega a tenerlo todo pero, al final, es capaz de sobreponerse a la ceguera que provoca el lujo y la riqueza, es capaz de sentir de nuevo su corazón, que palpita por la música, sí, pero también por otros motivos más importantes.

En definitiva, una buena elección para estos días de primavera que no acaba de llegar.




CISNE NEGRO (DARREN ARONOFSKY, 2010)


Y otra de las películas de este mes es la aclamada (y con razón) Cisne negro. Natalie Portman compone en esta película el, hasta ahora, personaje de su carrera.
Otra historia de ambición, en este caso llevada a los extremos más salvajes, ambientada en el exigente mundo del ballet clásico, con una bailarina que lo subordina todo a su pasión, alentada por una madre de película de terror (lo cual ayuda a que la visión de este film sea un poco así: terrorífica).

Aronofsky trabaja con una puesta en escena maravillosa, donde la cámara, y por tanto el espectador, danza a la par que Nina. Destacan los momentos de coreografía (impresionante la labor de Portman) que evolucionan a la vez que la protagonista: en un primer momento el espectador puede llegar a pensar que la actriz no lo hace lo suficientemente bien cuando lo que sucede es justamente lo opuesto. Su trabajo es tan brillante que expresa a la perfección esa frialdad que le recrimina constantemente Thomas Leroy, personaje interpretado por Vincent Cassel (muy buen trabajo el suyo, con esa fuerza animal que despliega gracias a su físico y su talento). Y vamos viendo su evolución según se va soltando y dejando convencer de que ha de ser perfecta en todo.






Las secuencias dentro de la casa de Nina resultan asfixiantes sensación que, junto con esos momentos de automutilación por parte de la protagonista y la bailarina sustituida (excelente Winona Ryder), provocan la angustia y el terror en el espectador. La película se disfruta mucho especialmente por esto que comento, porque te va llevando gradualmente a un estado de alerta ante la locura del personaje (yo diría los personajes, porque cada uno tiene lo suyo). Los suspiros y las exclamaciones ahogadas se sucedían entre los espectadores, incluso las risas nerviosas y los dedos clavados en los brazos de los acompañantes. Y eso es lo deseable en una película de este tipo.

He hablado de varios de los actores pero es de justicia reconocer la labor de Barbara Hersey como madre castradora y Mila Kunis como bailarina pasional. Ambas acometen su labor con eficacia y ayudan a redondear el trabajo de las protagonista (le pese a quien le pese, la película es Portman).

Mucho se ha comentado acerca de esta película, sobre todo en cuanto a posibles influencias. Es por ello que no quiero repetir lo ya leído en otros blogs y webs. Solamente dar mi parecer, así que con esto concluyo.

Dos películas. Dos géneros y dos formas de hacer cine muy distintas. Sin embargo ambas han provocado emociones en quien esto escribe. Y eso, a día de hoy y tal y como está el panorama cinematográfico, es mucho.

FIN.


lunes, enero 31, 2011

TAMBIÉN LA LLUVIA



Cuando decidí ir a ver la última película de Icíar Bollaín tenía dos sensaciones. La primera, referida al hecho de que siempre me ha gustado su cine, porque creo que sabe contar historias desde una perspectiva muy cercana y muy realista. La segunda, que me daba un poco de miedo el que hubiese cambiado radicalmente su fórmula magistral y se hubiera embarcado en una producción de gran calibre, internacional y de hombres.

Pero este temor no se vio reflejado una vez dentro de la sala 4. Porque desde un primer momento me sentí atraída por la historia y, sobre todo, por la mirada emocionante de Juan Carlos Aduviri.

Un español y un mexicano, ambos hombres de cine, se entusiasman con una idea basada en sucesos acontecidos durante el descubrimiento de América y deciden denunciarlos de cara a la opinión pública. Esta causa perdida se convierte en una película inconclusa cuando estallan las revueltas en una Bolivia que tiene sed. La Guerra del Agua tuvo lugar en Cochabamba en el año 2000. Ambos acontecimientos son mostrados de forma paralela con un único fin: mostrar cómo, y pese a todo, no hemos cambiado tanto como creemos y las injusticias se siguen cometiendo día tras día.

Hay que reconocer que la cineasta tiene buena mano con los actores y que sabe escogerlos. Nuevamente se apoya en Luis Tosar para la composición de ese tipo rudo que, en el fondo, es buena persona a pesar de que crea poder comprar todo y a todos con dinero; y nos presenta a un Gael García Bernal que pone rostro aniñado a un personaje ambiguo que acaba por dejarse ver claramente: lo más importante es la película. Ambos están estupendos en sendos papeles, como también lo está Karra Elejalde haciendo de actor desencantado de la vida.

Me releo y me doy cuenta de que he escrito varias veces «historia» y me viene a la mente un dato, un hecho. Y es que Bollaín ha pasado de hacer un estudio psicológico de sus personajes, como sucedía en Mataharis (2007), por poner un ejemplo, a exponernos una historia que, a pesar de que no deja de ser concreta y particular, pasa de puntillas por los caracteres de sus protagonistas (sin embargo cada uno de ellos da cuerpo a una idea: son una suerte de personajes tipo). Pasa de su mundo de historias pequeñas a contar la historia de todo un pueblo. Y es un salto muy grande en el que ha sido llevada de la mano por Paul Laverty, guionista habitual de Ken Loach que aporta un toque interesante en la película. Si bien es cierto que el cine de la madrileña destaca por su estilo realista, esta relación se puede apreciar en el enfoque social, característica del cine del irlandés y, por ende, de su guionista, y que, en este caso, se ve acentuado mediante la exposición de la problemática de la comunidad indígena.

Técnicamente se puede apreciar otra influencia confesa a través de los agradecimientos finales. Y es que la estética de González Iñárritu impregna la película de principio a fin, con una fotografía saturada en colores fríos (en especial el azul) y los planos cortados y en contrapicado. Ello contribuye a crear un sentimiento melancólico en el espectador que le ayuda a entrar mejor en la historia, comprendiendo y apoyando la postura que acaba por adoptar Costa, el productor de esa ambiciosa película que se interrumpe, que no es otro que el personaje principal (pese a que, en un inicio, podamos creer que el protagonista es Sebastián – García Bernal).

Todo ello da forma a una película que gusta, que destila buen hacer en todos los aspectos y cariño por la profesión de cineasta pero, no por ello, falta de criterio. Lo que está mal hecho está mal hecho y Bollaín no se censura a la hora de mostrar las precariedades del mundillo. Es por esto mismo que los personajes de Tosar y García Bernal muestran unos rostros en penumbra gracias a los claroscuros de la magnífica fotografía de Álex Catalán y, el único que enseña su rostro limpio es Daniel, que lucha por los suyos a cara descubierta. Y es por ello que se ayuda de las imágenes documentales de la cámara de María o de la televisión, porque lo que vemos está inspirado en una lucha que es real.

Una vez más, y en esta ocasión de forma más comprometida, Icíar Bollaín da voz a aquellos que son silenciados.

jueves, enero 20, 2011

BALADA TRISTE DE TROMPETA






Una vez más salgo del cine (extraña sala 6) y no sé qué pensar. Escucho la reacción y los comentarios de aquéllos que han compartido conmigo unas horas de oscuridad y no sé qué decir.

Siendo totalmente sincera, no me esperaba nada de la última película de Álex de la Iglesia. No es un director que me guste especialmente pero afirmo sin complejos que me encantó Mirindas asesinas (1991) y que disfruté con El día de la bestia (1995) y La comunidad (2000) (básicamente gracias a la estupenda Carmen Maura), no tanto con Crimen ferpecto (2004); pero bueno, reconozco que hay buenas ideas en esa cabeza suya.

Balada triste de trompeta (2010) propone una vuelta de tuerca en un tema del que sólo puedo decir que estoy harta. HARTA. La Guerra Civil es el argumento por excelencia del cine patrio y, señores, permítanme que les diga que ya es suficiente, que se apliquen un poco más en lugar de tanto protestar y escriban guiones originales. Es una sugerencia pero ya les digo que saturan. Y mucho.

A lo que iba. Me acerqué resignada en cuanto al argumento pero con una ceja levantada (la derecha), por si acaso el director de la Academia me sorprendía gratamente. Y no.

(Spoiler, spoiler).

Desde el minuto uno empezaron mis bufidos (entiéndanme, no me paso el tiempo que dura la película resoplando pero es cierto que algún que otro suspiro sí se me escapa. Se trata de un acto más bien simbólico). La historia no tiene ni pies ni cabeza. Supongo que esto es lo que pretende el director pero a mí me aburre. Ni los payasos (Areces está en su línea, soso; sin embargo, De la Torre está espléndido, como siempre. Goya ya), ni la chica (me ahorro los comentarios), ni los secundarios, la mayoría grandísimos profesionales que cumplen con solvencia (pero no me digan que le van a dar el Goya que tanto merece Terele Pávez por esos escasos tres minutos. ¡Venga ya!), ni nada de nada.

De la Iglesia ha comentado que su intención era mostrar el circo (sic) que era la España de 1973. Y lo hace a partir de uno de los personajes más emblemáticos de la pista: el payaso. Un payaso que tiene matices: tonto o listo, divertido o triste, bueno o malo. Y todos ellos están en el film desde el inicio, con la aparición estelar de Fofito, hasta ese final estrambótico en el Valle de los Caídos, con esqueletos incluidos. Y son los dos payasos tarados de la película, con esas caras que destroza Javier (el momento en que se "fabrica" su cara permanente de payaso es terrible), los que se pasan la película corriendo en pos de la chica, una trapecista que parece ser sadomasoquista y no saber lo que quiere. Y tras ellos, el resto de artistas del circo ambulante, todos ellos maltratados y amenazados por Sergio, y todos pendientes de la salud del trío protagonista.

Qué quieren que les diga. Que estas premisas y las ínfulas de dar una nueva visión de la guerra que nos sigue destrozando no me sirven para nada. Me pueden argumentar que visualmente es una película "chula". Pues no se lo niego, no. Que los efectos especiales "molan". Pues también (con excepciones como el horror del Valle de los Caídos. Esa cruz...). Pero yo puedo añadir que más que todo eso se trata de un vehículo de lucimiento de Carolina Bang, como argumento principal, y lo demás es secundario. Que el cineasta pretende pero no hace o no sabe hacer. No llega, por lo menos a mí no me llega. Y que no entiendo las polémicas que ha habido acerca de si se posiciona a favor de uno u otro payaso (véase la lectura de que ambos encarnan los dos bandos combatientes en la guerra. Yo no digo nada).

Y esto es todo. Si lo que quiere el espectador es disfrutar con una buena película sobre este tema algo nuevo y original, desde aquí recomiendo, humilde pero encarecidamente, que vean el regalo que nos hizo allá por el año 1966 Carlos Saura. Porque La caza sí que es una película sobre la Guerra Civil.

P.D. A modo de anécdota, les cuento que el gremio de payasos me dio la tarde. Nunca antes había visto a un "artista" pasar la gorra como en ese momento, con cacheo graciosete de niño de tres años incluido. Vergüenza para la profesión.