viernes, marzo 11, 2011

ÚLTIMOS VISIONADOS



CHICO Y RITA (Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono Errando, 2010).




Ayer acudí a una sala donde proyectaban la tan esperada Chico y Rita. Desde que me enamoré del póster colgado en un bar, hace unos cuantos meses, tenía muchas ganas de ver en movimiento esos dos personajes imaginados por Fernando Trueba e Ignacio Martínez de Pisón e ideados por Mariscal.
Tal vez sea porque me encanta la forma de ser que tienen los cubanos, con esa tranquilidad y ese ritmo heredado, tal vez porque La Habana me fascina, anclada todavía en el pasado, tal vez porque la música siempre tiene interés para mí, sea la que sea... El caso es que la esperaba como agua de mayo, y no me ha defraudado.






Lo primero, hablar del diseño de animación. Los dibujos de los personajes son sencillos, unos cuantos trazos y poco más. Sin embargo expresan bastante bien los movimientos, los bailes, no tanto las expresiones faciales, pero eso es algo que se complementa bien con las sugerentes voces escogidas para los protagonistas (Limara Meneses como Rita, Eman Xor Oña como Chico y Mario Guerra como Ramón). Debo decir que el rodaje se efectuó en primera instancia con actores de carne y hueso, lo cual ayuda mucho para lograr una mayor naturalidad y consigue que los decorados de La Habana sean maravillosos (la documentación gráfica ayudó con la ilustración para Nueva York y París).
En realidad, son éstos los que me fascinaron absolutamente, junto con la música del cada vez más grande Bebo Valdés. Gracias a esa ambientación la vida cubana resulta totalmente creíble, con esos edificios y coches decadentes, Tropicana y las gentes haciendo música y el amor en cada rincón de la ciudad.






La parte de Nueva York resulta interesante pero por otros motivos. El hecho de mostrar la vida cultural, musical, de aquella época, con personajes como Charlie Parker, Nat King Cole o Chano Pozo es para mí suficiente como para engancharme durante la otra parte de la película.
Es en este momento cuando creo adivinar guiños musicales hacia piezas de Gerswin. Y todas esas referencias fílmicas... Magnífico.






Pero la historia no tiene nada de particular. Un amor imposible (o no) que hace sufrir por pasional y por culpa de un destino que se empeña en separar los caminos de unos amantes que aman la música por encima de cualquier cosa. El éxito profesional como lacra para cualquier relación, de la clase que sea; la ambición que hace que conformarse con lo que se tiene sea poco. Rita Labelle llega a tenerlo todo pero, al final, es capaz de sobreponerse a la ceguera que provoca el lujo y la riqueza, es capaz de sentir de nuevo su corazón, que palpita por la música, sí, pero también por otros motivos más importantes.

En definitiva, una buena elección para estos días de primavera que no acaba de llegar.




CISNE NEGRO (DARREN ARONOFSKY, 2010)


Y otra de las películas de este mes es la aclamada (y con razón) Cisne negro. Natalie Portman compone en esta película el, hasta ahora, personaje de su carrera.
Otra historia de ambición, en este caso llevada a los extremos más salvajes, ambientada en el exigente mundo del ballet clásico, con una bailarina que lo subordina todo a su pasión, alentada por una madre de película de terror (lo cual ayuda a que la visión de este film sea un poco así: terrorífica).

Aronofsky trabaja con una puesta en escena maravillosa, donde la cámara, y por tanto el espectador, danza a la par que Nina. Destacan los momentos de coreografía (impresionante la labor de Portman) que evolucionan a la vez que la protagonista: en un primer momento el espectador puede llegar a pensar que la actriz no lo hace lo suficientemente bien cuando lo que sucede es justamente lo opuesto. Su trabajo es tan brillante que expresa a la perfección esa frialdad que le recrimina constantemente Thomas Leroy, personaje interpretado por Vincent Cassel (muy buen trabajo el suyo, con esa fuerza animal que despliega gracias a su físico y su talento). Y vamos viendo su evolución según se va soltando y dejando convencer de que ha de ser perfecta en todo.






Las secuencias dentro de la casa de Nina resultan asfixiantes sensación que, junto con esos momentos de automutilación por parte de la protagonista y la bailarina sustituida (excelente Winona Ryder), provocan la angustia y el terror en el espectador. La película se disfruta mucho especialmente por esto que comento, porque te va llevando gradualmente a un estado de alerta ante la locura del personaje (yo diría los personajes, porque cada uno tiene lo suyo). Los suspiros y las exclamaciones ahogadas se sucedían entre los espectadores, incluso las risas nerviosas y los dedos clavados en los brazos de los acompañantes. Y eso es lo deseable en una película de este tipo.

He hablado de varios de los actores pero es de justicia reconocer la labor de Barbara Hersey como madre castradora y Mila Kunis como bailarina pasional. Ambas acometen su labor con eficacia y ayudan a redondear el trabajo de las protagonista (le pese a quien le pese, la película es Portman).

Mucho se ha comentado acerca de esta película, sobre todo en cuanto a posibles influencias. Es por ello que no quiero repetir lo ya leído en otros blogs y webs. Solamente dar mi parecer, así que con esto concluyo.

Dos películas. Dos géneros y dos formas de hacer cine muy distintas. Sin embargo ambas han provocado emociones en quien esto escribe. Y eso, a día de hoy y tal y como está el panorama cinematográfico, es mucho.

FIN.