Ya iba siendo hora de que su ciudad natal le rindiese un más que merecido homenaje, pues Arturo Baltar es uno de los máximos exponentes del arte ourensano y gallego por extensión. La exposición de su belén es una de las citas ineludibles en nuestra Navidad y son muchos los que, como yo, recuerdan el paso, año tras año, por la iglesia de los santos Cosme y Damián para admirar las hermosas figuritas que nada tienen que envidiar a las que protagonizan los belenes napolitanas. Pero esta exposición va más allá.
El barro concibe las formas más expresionistas en las manos del artesano (este calificativo está colocado con la máxima consciencia y no se debe entender como un descalificativo en la línea del debate renacentista artista – artesano). Sus escenas de género muestran realidades pasadas protagonizadas por seres de rostros redondos que lejos de ser iguales, como puede parecer a simple vista, muestran expresiones muy diversas. Los colores pastel dotan a dichas escenas de un aura mágica que hace que el espectador quiera asomarse una y otra vez a la ventanita por la que espiamos la tertulia de los cafés o la partida de cartas que juegan los vecinos en la rebotica del farmacéutico. Hay que decir que el montaje de la exposición es muy bueno, con los claroscuros que invitan al voyeurismo dentro de las cajas que salvaguardan y trampantojan los momentos condensados en un instante.
Completan la muestra una serie de pequeñas figuras y bajorrelieves que dan idea de la gran influencia goyesca que se puede apreciar en toda la obra de Baltar.
No quiero terminar sin incluir un breve fragmento del hermoso texto escrito por José Paz para el folleto de la exposición:
“Baltar, o escultor, o bo como diría o outro, é ese neno grande e presumido ao que desde sempre lle apaixonaron as flores, por iso fixo da súa vida un xardín marabilloso. Miúdo, introvertido, melancólico, un ser enamoradizo para quen o verdadeiro amor é aquel que non é correspondido. Os ollos tórnanselle vidrosos ao rememorar como nace o amor, como todo múdase nun efecto máxico que transforma a realidade. “O amor correspondido é outra cosa.”Acudir a el é como iniciarse nunca viaxe sen fin cara ao interior, como facer un pacto co tempo para aproximarse á esencia da beleza que nos evoca esa Galicia soñada e idealizada que esmorece a favor de un movemento desmedido.”
Me causa gran alegría que el homenaje se le haga en vida porque no hay por qué esperar a que falten para aplaudirles. Para Jaime Quessada ya es demasiado tarde (la segunda imágen es obra suya).
El barro concibe las formas más expresionistas en las manos del artesano (este calificativo está colocado con la máxima consciencia y no se debe entender como un descalificativo en la línea del debate renacentista artista – artesano). Sus escenas de género muestran realidades pasadas protagonizadas por seres de rostros redondos que lejos de ser iguales, como puede parecer a simple vista, muestran expresiones muy diversas. Los colores pastel dotan a dichas escenas de un aura mágica que hace que el espectador quiera asomarse una y otra vez a la ventanita por la que espiamos la tertulia de los cafés o la partida de cartas que juegan los vecinos en la rebotica del farmacéutico. Hay que decir que el montaje de la exposición es muy bueno, con los claroscuros que invitan al voyeurismo dentro de las cajas que salvaguardan y trampantojan los momentos condensados en un instante.
Completan la muestra una serie de pequeñas figuras y bajorrelieves que dan idea de la gran influencia goyesca que se puede apreciar en toda la obra de Baltar.
No quiero terminar sin incluir un breve fragmento del hermoso texto escrito por José Paz para el folleto de la exposición:
“Baltar, o escultor, o bo como diría o outro, é ese neno grande e presumido ao que desde sempre lle apaixonaron as flores, por iso fixo da súa vida un xardín marabilloso. Miúdo, introvertido, melancólico, un ser enamoradizo para quen o verdadeiro amor é aquel que non é correspondido. Os ollos tórnanselle vidrosos ao rememorar como nace o amor, como todo múdase nun efecto máxico que transforma a realidade. “O amor correspondido é outra cosa.”Acudir a el é como iniciarse nunca viaxe sen fin cara ao interior, como facer un pacto co tempo para aproximarse á esencia da beleza que nos evoca esa Galicia soñada e idealizada que esmorece a favor de un movemento desmedido.”
Me causa gran alegría que el homenaje se le haga en vida porque no hay por qué esperar a que falten para aplaudirles. Para Jaime Quessada ya es demasiado tarde (la segunda imágen es obra suya).
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