
¿Y bien? Pues mal o, mejor dicho, regular. Empezamos mal con el título (Sisterboy, esto va por tí). Si la película se ha rodado en inglés y se ha titulado Little Ashes, en español ha de ser Cenicitas, porque es la traducción correcta, porque es el título de una obra de Dalí y porque es el resumen perfecto para la película aunque más que cenizas nos vendan humo.
Dicen las malas lenguas que Philippa Goslett se ha documentado durante diez años - nada menos - para escribir un guión realista, adecuado. Y yo no puedo hacer más que reír y reír. Y me carcajeo porque al final del film se nos informa de que se ha basado en las memorias de Salvador Dalí. Y si tanto ha leído y se ha documentado sobre la vida de tres de los más grandes, estarán conmigo en esto, debería saber que no hay que darle mucho crédito a lo que diga el genio, no cuando se parapetaba bajo la máscara paranoico - crítica que había fraguado para evitar las heridas más letales, las de los sentimientos.

Dicho esto, comentar que a partir de aquí me niego a creerme casi nada de lo que en la película se afirma y menos de boca de los actores menos parecidos a dichos personajes que han podido encontrar (Javier Beltrán se salva y Arly Jover, cuya aparición es la sensación de la obra, también). ¿En qué demonios estaban pensando al escoger a Robert Pattinson para encarnar al pintor? ¿Qué le pasa a ese chico en la cara? ¿Habrá engullido un tarro de polvos de talco? ¿Será un vampiro real? No me lo creo nada, al igual que a Buñuel (Luis, ¿qué te han hecho?) y no hablo de parecidos exclusivamente.
Se pretende arrojar luz histórica basándose en leyendas, con imágenes falseadas y con poca documentación (véanse los atuendos de los madrileños que pululan por las calles cual espantajos de Carnaval. ¡Qué sombreros!) y menos vergüenza aún.
Qué decir de los poemas recitados por Federico García Lorca, anulados por una voz en off que los traduce al inglés. ¡Qué injusticia, madre!

Pero no todo va a ser inquina por mi parte. Reconozco una labor técnica importante, con imágenes muy hermosas aunque sin venir a cuento (véase el momento de la playa en Cadaqués, que rezuma luminosidad y composición "sorolliana", si es que así se puede decir).
También les reconozco la valentía de haber intentado dar voz y presencia a aquellos que nos han abandonado y que hoy, sociedad putrefacta, serían bienvenidos más que nunca.
Dicen las malas lenguas que Philippa Goslett se ha documentado durante diez años - nada menos - para escribir un guión realista, adecuado. Y yo no puedo hacer más que reír y reír. Y me carcajeo porque al final del film se nos informa de que se ha basado en las memorias de Salvador Dalí. Y si tanto ha leído y se ha documentado sobre la vida de tres de los más grandes, estarán conmigo en esto, debería saber que no hay que darle mucho crédito a lo que diga el genio, no cuando se parapetaba bajo la máscara paranoico - crítica que había fraguado para evitar las heridas más letales, las de los sentimientos.

Dicho esto, comentar que a partir de aquí me niego a creerme casi nada de lo que en la película se afirma y menos de boca de los actores menos parecidos a dichos personajes que han podido encontrar (Javier Beltrán se salva y Arly Jover, cuya aparición es la sensación de la obra, también). ¿En qué demonios estaban pensando al escoger a Robert Pattinson para encarnar al pintor? ¿Qué le pasa a ese chico en la cara? ¿Habrá engullido un tarro de polvos de talco? ¿Será un vampiro real? No me lo creo nada, al igual que a Buñuel (Luis, ¿qué te han hecho?) y no hablo de parecidos exclusivamente.
Se pretende arrojar luz histórica basándose en leyendas, con imágenes falseadas y con poca documentación (véanse los atuendos de los madrileños que pululan por las calles cual espantajos de Carnaval. ¡Qué sombreros!) y menos vergüenza aún.
Qué decir de los poemas recitados por Federico García Lorca, anulados por una voz en off que los traduce al inglés. ¡Qué injusticia, madre!

Pero no todo va a ser inquina por mi parte. Reconozco una labor técnica importante, con imágenes muy hermosas aunque sin venir a cuento (véase el momento de la playa en Cadaqués, que rezuma luminosidad y composición "sorolliana", si es que así se puede decir).
También les reconozco la valentía de haber intentado dar voz y presencia a aquellos que nos han abandonado y que hoy, sociedad putrefacta, serían bienvenidos más que nunca.