sábado, enero 26, 2013

AMOR (MICHAEL HANEKE, 2012)





Mucha gente piensa que Michael Haneke es cruel pero yo sé que eso no es cierto. El austríaco sólo es un cineasta honesto consigo mismo y con el espectador, que muestra las miserias del ser humano de forma cruda -sí, es cierto (y, perdónenme el atrevimiento, de un modo semejante a como hacía Goya con sus grabados siglos atrás), pero nada más. El problema es que a nadie le gusta asistir a semejante espectáculo, ¿verdad?

No recuerdo cuál fue la primera película que vi de este director (tal vez fuera Funny Games -1997, excelente inicio para mí) pero desde ese primer momento considero que él es el único cineasta que ha conseguido mantener vivo mi interés año tras año, film tras film. Y no me ha defraudado aún, como sí lo han hecho otros (y no miro a nadie, Tim Burton, por poner un ejemplo).
Después de ver La cinta blanca (2009), necesitaba más, más perspectiva hanekiana (creo que ya existe el término), más salir del cine dándole vueltas a la cabeza -lo que se agradece que el cine te haga pensar. Por eso, cuando tuve conocimiento de la película que nos ocupa, no hice sino alegrarme y armarme de paciencia para la espera, que siempre se hace larga. 

Y por fin llegó el día. Con tanto premio y tanta buena crítica comprenderán que estuviera ansiosa y, a la vez, preocupada por si la decepción. Pero no es posible que Amor (2012) decepcione, no si se tiene un poco de sentido común, y ahora me explicaré.
La historia de un matrimonio de ancianos cuya paz se ve alterada por la enfermedad de ella no debe, no puede dejarnos indiferentes. Y no lo hará porque todos, absolutamente todos, tenemos la posibilidad de pasar por ello. Nos puede tocar. Y eso, los que aún no hayan vivido en carne propia la enfermedad de algún familiar, y da igual el grado que sea, porque duele. Duele mucho. Por este motivo, las soberbias interpretaciones de Jean - Louis Trintignant y Emmanuelle Riva (¡qué mujer más maravillosa!) llegan a afectar demasiado, por lo menos a quien ésto escribe.
Ambos intérpretes hacen suyos los papeles de una forma valiente pero no sólo porque superen con creces la barrera de las ocho décadas y vean la muerte casi cara a cara, sino porque, por ejemplo, Trintignant ya pasó por la trágica muerte de su hija Marie -la también actriz estuvo varios días en coma tras sufrir una terrible paliza a manos de su pareja (más información, aquí). Y porque -y me repito-, como bien dice Haneke en muchas de las entrevistas a raíz del estreno de la película, seguramente todos hayamos pasado por el trance en algún momento de nuestras vidas, de una u otra forma; y, si no es así, lo pasaremos con seguridad.
Así es la vida.




Con este argumento, las posibilidades a la hora de hacer una película son muchas, y se podría haber quedado en un telefilm de sobremesa más, ñoño y sentimentaloide. Pero no olvidemos que hablamos de Haneke, uno de los directores europeos más personales de los últimos tiempos, poseedor de un estilo inconfundible. Es por ello que, pese a que en algunos medios se le ha acusado de haberse pasado al lado sentimental y melodramático, Haneke retoma en Amor muchos de los parámetros que le han convertido en autor.
Volvemos a vernos inmersos en una historia de clase media - alta, sin mayores problemas que los que les crean los demás (es el caso de films anteriores como el ya mencionado Funny Games, o Caché - 2005) o sus propios transtornos ya sean mentales (La pianista, 2001) o físicos, como es el caso que nos ocupa. Anne, la protagonista de Amor, desarrolla una parálisis de medio cuerpo a partir de una patología coronaria, lo que le lleva a una degenaración progresiva e irrefrenable. Éste es el elemento que pone fin a la paz de los personajes de la historia, como en Funny Games lo hacían los dos crueles jóvenes que se colaban en la casa y destrozaban la armonía familiar para siempre. Pero este factor se ve contrarrestado por los intentos (inútiles casi siempre) de uno de los miembros de la familia de terminar con ese elemento discordante. En este caso, Georges es el sufrido esposo de Anne, el que trata de llevar su enfermedad con tranquilidad y paciencia, pero, lean bien: "trata". 
Ésto nos lleva a otra característica hanekiana: los finales angustiosos. En la mayoría de sus películas nos quedamos mal porque se nos escamotea parte de la información de un suceso que suele ser trágico. Haneke no nos da facilidades, nos quiere tener en esa situación para que nos pongamos en el lugar del otro, para que nos hagamos preguntas, para que pensemos en definitiva.  
El austríaco nos encierra en un pequeño mundo, el de esa familia o personaje en cuestión, nos aisla para que no nos distraigamos con elementos accesorios, y lo consigue con escenarios realmente reducidos, al igual que el número de personajes, lo cual parece adecuado. Mejor centrarse en pocos personajes bien definidos, ¿no creen?
Todos estos elementos de los que hablo están presentes en Amor, al igual que su pasión por la música clásica, o los primeros planos que nos acercan al verdadero ser de sus protagonistas. Todo ello hace de la obra de Michael Haneke un verdadero espejo de los caracteres humanos. Es cierto que ésta su última película carece de la asepsia presente en film anteriores, quizás porque esta vez no se le siente tan objetivo y distante como en otras ocasiones, porque nos permite enternecernos con los personajes, porque nos toca en los sentimientos como nunca antes lo había hecho, pero no deja de ser una cinta con su sello y, me atrevo a decir, que, tal vez, su obra maestra.  

Un cine imprescindible. Haneke como un puñetazo necesario, piénsenlo. Déjense de anestesias y enfréntense a la realidad. El austríaco se la pone en bandeja.

domingo, enero 20, 2013

LOS MISERABLES (TOM HOOPER, 2012)




Comenzamos el 2013 con una nueva colaboración. Ésta vez se trata de una critica doble con mi colega María José Agudo en su blog Cine en conserva. Cada una de nosotras se posiciona en un extremo, a favor o en contra, para comentar una de las películas del pasado año: Los miserables (Tom Hooper, 2012).
Podéis leer el post y hacer vuestras apuestas sobre cuántos Oscar se llevará esta película que parece haber reconciliado a los espectadores con el género musical. Y, por supuesto, posicionaros y dejar todos los comentarios que queráis. 



 

lunes, enero 14, 2013

VERSIÓN ORIGINAL: LA CARRETERA (JOHN HILLCOAT, 2009)






El número de enero de la revista Versión Original está dedicado a la figura del héroe. Mi colaboración consiste en una reseña de La carretera (John Hillcoat, 2009), la visión de una heroicidad que no lo parece pero que lo es. Como de costumbre, adjunto el enlace donde podéis leer mi artículo, así como el resto de la revista, que siempre merece la pena. Que os guste.

Revista Versión Original nº 211. Héroes (artículo sobre La carretera, "¿Seguimos siendo los buenos?", páginas 28-31).